domingo, 25 de noviembre de 2012

Aire


De a ratos soy aire, como mi signo.
Pluma en el viento.
Burbuja en el champagne…liviana y vacía.
Avión en la noche, vuelo sin destino.
Aventura alegre y superficial.

De a ratos soy agua, como mi ascendente y entonces soy mar, océano, lágrima, profundidad. Romance y literatura. Arte y espiritualidad.

Aprendí con mucho trabajo a ser un poco tierra, poner los pies sobre ella de vez en cuando. Y logré ser ahorro, seguridad, casa, proyecto, piedra fundamental.

Y luego llegaste vos y con vos me convertí en fuego. Llama encendida, calor abrasador, muerte y resurrección, pasión y amor.


En esta oportunidad no lo escribí estando en una casa de té, sino en mi casa estrenando un juego de té chino que me regaló un amigo para mi cumpleaños.



domingo, 14 de octubre de 2012

Bonjour Paris



Amo los colores de Bonjour Paris: turquesa, blanco y oro; lujosa combinación que logra darle el toque de realeza francesa a esta casa de té situada en Recoleta. La flor de lis como protagonista y la toile de jouy (típico género francés) completan la fantasía ¿un poco redundante? No, ¡me encanta! Me atienden como una reina y eso es justo lo que quería, un día para mí, para mirar la gente pasar, comer con los ojos las delicias que alardean en las otras mesas, saltar con la mirada como ávida langosta: rojel, scons, cookies, budines, macarrons (alfajorcitos franceses con glaseado arriba, muy María Antonieta). Sé que debería probar al menos uno pero tengo antojo de lemon pie y eso es lo que pido.

En mi interior hay ebullición donde debería haber paz, la contradicción aumenta cuando pienso en nosotros. ¿Te suelto la mano, te dejo ir? Con cada bocado de la torta - deliciosa por cierto - voy cambiando de opinión. Hoy me pedí un té inglés, no quiero que otros sabores se mezclen con el del limón, quiero sentir ese gusto cítrico mezclado con el dulzor del merengue italiano. Y que el té acompañe en silencio, desde el fondo, sumiso, adaptable, un extra en el reparto.

“Quisiera verte siempre o no verte nunca más.” Leo esa frase en la revista que tengo en la mano y me suena a ultimátum, a blanco o negro, a decisión. Hay momentos en que hay que decidir, ¿pero qué pasa cuando ambos somos los indecisos? Todo está confuso, no puedo pensar con coherencia, de a ratos quiero verte. ¿Una vez más y listo? ¿Dos? ¿Siempre? No lo sé, tal vez sea el momento para dejar fluir, para no pensar, el momento del “vamos viendo”. Pero es que cuando nos vemos la conexión es innegable, nos sentimos tan cercanos, nos entendemos tan bien, compartimos tantos gustos en común. Tenemos la misma sensibilidad, sucumbimos ante los mismos detalles que vos bautizaste como "cositas."

Suena mi celular. Es otra mano que quiere tomar la mía. Pero a mí no me gusta mezclar historias. Necesito cerrar una para poder empezar otra. Como me pasa con los libros. Leo de a uno. Tengo amigas que tienen dos o tres libros en la mesa de luz y van leyendo las tres historias a la vez. ¿Será esa la manera? ¿Estará él leyendo varios libros junto con el mío? Me asaltan las dudas, me devoran y toman la decisión por mí. Atiendo el celular. 


domingo, 23 de septiembre de 2012

Lo de Cocó



“Lo de Cocó” está ubicado en Belgrano R, es todo blanco, muy blanco, excepto por pinceladas de rosa muy pálido salpicadas estratégicamente. La decoración es definitivamente muy Shabby Chic. El té, una vez más, la estrella, si bien en este caso su dueña no prepara los blends sino que los importa de España, el té es sin duda el rey de la casita de muñecas donde me encuentro.

En la pizarra leo “Carrot cake con topping de Philadelphia” y me dan ganas de probarla, pero por el stress de la mudanza ando con el apetito extraviado; tal vez haya quedado todavía por desembalar en el fondo de una de las cajas sin abrir, así que elijo un té con cereza y caramelo. Una golosina, un regalo al paladar. La buena noticia es que está a la venta y uno se puede llevar lo que degustó o nuevas tentaciones como la “Delicia Azteca” que es un blend con cacao. Ya nada me sorprende, los té gourmets no tienen límite. Nunca terminaré de probar todo lo que hay en el mercado, muy por el contrario, seguiré por mucho tiempo más explorando estos sabores que tanto me seducen.

Saco la agenda de la cartera para hacer una lista, pero en esta oportunidad no son cosas que necesito comprar para la casa, sino los nombres de mis próximos invitados. En lo que va de las dos semanas que hace que me mudé pude empezar a reunir algunos amigos y familiares, pero faltan muchos. No sé por qué me exijo tanto, quiero que vengan todos la primera semana pero no se puede.

Miro por la ventana, la primavera estalló de fresias multicolores y mi taza se llenó de rosas. Hoy lo volví a ver. Él no me conoce, pero yo sí. No puedo decir nada más, sólo que su sonrisa me da paz además de ser muy contagiosa y que cuando pienso en él, sonrío yo también. Sé dónde trabaja, si empiezo a extrañar su mirada lo iré a ver con alguna excusa. ¿Le gustará el té?


domingo, 2 de septiembre de 2012

Hogar Dulce Hogar



Abro la lata de té de “Tealosophy” que me estuve reservando para inaugurar mi nuevo departamento. El blend se llama “Green chamomile” y es un té verde ultra liviano con manzanilla, ideal para bajar las revoluciones de a poco. Pongo el agua a calentar y me derrito en mi sillón blanco. Miro a mi alrededor, la casa está silenciosa, todavía no conozco sus ruidos, todavía no me hago a la idea de que es mi nuevo hogar. Cierro los ojos, en mis retinas quedaron imágenes de cajas de cartón, hilo sisal, tijeras. Embalar, desembalar, limpiar, guardar, restaurar, reciclar, donar, tirar. Colocar las cañas en el balcón, plantar los pinos limón en las macetas, encerar las maderas del deck. Colgar la pizarra, las cortinas, los cuadros, amurar respaldos, estantes, dejar todo listo para poder recibir cerca de cuarenta alumnos por semana y que tengan listo el instituto. Y a la vez que sea vivible para mí, mi casita, mi hogar. Fueron unas semanas estresantes, agotadoras, ni siquiera pude escribir en el blog. Toda esa actividad sin dejar de trabajar ni un solo día; escapándome al departamento entre alumno y alumno, vivir cronometrada al segundo recibiendo electricistas, tapiceros, coordinando con mami que fue mi mano derecha en todo este asunto y a quien le estoy tan agradecida. También a papá, quien a pesar de estar tan ocupado, se reservó sus fines de semana para todo tipo de arreglos.

El agua está lista y me sirvo el té. Es un tiempo de nuevos comienzos; sobre mi falda descansa el libro “Tess de los Duberville” de Thomas Hardy, sobre la mesa ratona la primera temporada de “In Therapy” (En Terapia) que me regaló mi hermano para mi cumpleaños. La decisión es sencilla, leeré un ratito hasta que se esconda el sol. Edenor todavía me tiene sin luz así que debo dejar la serie para cuando el medidor esté instalado. ¿Es que alguna vez se termina?

Ah! Me olvidaba, un gracias muy especial a Eugenio, Lucas, Carmen Campomar y Ezequiel Schagas.


Arte: Fabiana Rodríguez Tosti

domingo, 15 de julio de 2012

La Mudanza



Cada vez que me mudo me doy cuenta que lo que más me estresa son la cantidad de decisiones que hay que tomar. La primera y más importante es encontrar el nuevo hogar, pero hay muchas otras que vamos tomando antes de mudarnos, casi sin darnos cuenta y cada una de ellas tiene su importancia, su peso. ¿Qué cosas tiramos, cuáles regalamos, cuáles ya no queremos llevar más de mudanza en mudanza? ¿Qué historias queremos olvidar? ¿Con qué muebles u objetos de nuestro pasado nos queremos quedar? ¿Y si nos arrepentimos de haber dejado de lado tal o cual florero, bandeja, mesa? Y una vez que nos quedamos con lo que nos gusta tenemos que ver si algo de eso combina entre sí o si es un caos visual. Luego, ver qué nuevas cosas necesitamos para darle toques más modernos a nuestros antiguos muebles, para evitar comprar todo de nuevo. Y ahí visitamos bazares, buscamos géneros para retapizar sillones, elegimos alguna nueva alfombra, vemos acolchados y almohadones, cortinas de baño y hasta tazas para el desayuno.

Comencé la búsqueda hace poco y sé que me va a llevar algunos meses hallar mi nuevo departamento. Si me preguntan qué busco, de qué dimensiones, en qué ubicación y con qué orientación puedo responderles muy segura de mí misma una cantidad de números y cifras, pero en verdad lo que busco es un sentimiento. El mismo que tuve las otras veces que me mudé. Es llegar a ese nuevo lugar y sentirlo mío. Sin motivo. Sin tanta lógica ni razonamiento. Por supuesto estoy limitada por un cierto monto y ubicación, pero también lo estuve otras veces y siempre hallé el lugar perfecto para mí. Sé que hay un hogar ideal para cada uno; es ese en el que no nos importa nada, lo deseamos, es ahí. Guardamos la cinta métrica y las preguntas obvias. Es ahí, es ahí y de alguna forma será nuestro.

Ese sentimiento todavía no lo volví a tener, por eso sigo buscando. Un living que sea cómodo, rústico y lo suficientemente grande para dar clases grupales de inglés, donde tengamos lugar para actuar y ver DVDs y hacer karaoke con mis alumnos. Y que los fines de semana se convierta en el lugar que agrupe amigos, música, baile y juegos. O silencio, romance y pareja. O todo junto.

Ese lugar donde pueda crear, escribir, soñar y ser. Sé que estás por alguna parte. Ya te voy a encontrar y vos también vas a ser feliz conmigo. Aunque al principio no todo combine y vayamos juntos creando nuestras propias anécdotas.

Tengo una corazonada…llegarás con la primavera…y estrenaré rosas en el florero para celebrar nuestro amor.






www.shabbychic.com

domingo, 1 de julio de 2012

De Película



He vivido escenas de película en mi vida, momentos cinematográficos únicos. Como cuando de un instante a otro diluvió en la playa y la gente salió corriendo a buscar refugio como si fueran bombas las que caían en vez de agua. No me olvido la risa que me dio cuando tomé distancia y simplemente observé la situación sin verme envuelta en la locura repentina. Qué divertido fue escuchar los gritos de alegría de los chicos contrastando con el de las madres para que corran, se abriguen y se escondan del temporal. Las sombrillas volando, las reposeras en loca carrera sin destino. Viento, agua, ruido. ¡Qué alboroto maravilloso!

O cuando fui a un cumpleaños infantil y el animador del cumpleaños y yo nos casamos en secreto con un anillo de plástico detrás de un biombo y a escondidas, con un "Feliz En Tu Día"  de fondo cantado por Gaby, Fofó y Miliki. Fuimos por dos horas marido y mujer, sentimos un amor absolutamente sublime. Por lo breve, lo platónico y por permitirnos jugar a ser niños otra vez y entender que en esa inocencia no hay segundas intenciones, sólo juego, fantasía y travesuras compartidas.

O cuando el año pasado, caminando por la calle venía pensando en vos y accidentalmente se me cayó el saquito que llevaba en la mano, y vos, justamente vos lo levantaste y me lo diste. Mi mirada que delataba incredulidad y alegría, la tuya tímida (que nunca pude descifrar lo que sentía hasta que me lo confesaste este año). El recorrer unas pocas cuadras juntos, hablando de nada, caminando a paso corto para que la calle fuera más larga. Más que una escena de película, parecía un aviso de televisión, un comercial de chocolates de esos que terminan con un beso entre los protagonistas. Beso que jamás se concretó y que me hace imaginar que tal vez, cuando vuelva a pensarte, se produzca la magia y te aparezcas como aquella vez y sellemos con un beso  nuestro fugaz encuentro.


miércoles, 20 de junio de 2012

Tea Connection



A pesar de que Tea Connection es una franquicia y por principios no quería hablar sobre cadenas del estilo de Starbucks sino más bien poner la atención en sitios no tan masivos; sucede que vuelvo a Tea Connection una y otra vez.  Si bien no es una casa de té propiamente dicha, el lugar es divino, la comida muy rica y los tés tan originales que decido liberarme de los prejuicios y lanzarme a la escritura sin paracaídas.

Tea Connection prepara sus propios blends que por cierto son únicos y venden las latas por si uno se los quiere llevar a casa.

Cuando llega el té a la mesa viene con un reloj de arena y la camarera nos sugiere la cantidad de vueltas que debemos darle al reloj antes de servírnoslo. Por lo general son entre una y dos vueltas. Uno no suele darse esos tiempos de espera habitualmente. Un minuto en el reloj de arena corre lento cuando lo miramos fijo. Pero lo divertido es que de repente toda nuestra atención pasa a estar fija en el reloj. La charla se detiene. El té se está creando.

A lo que se le presta atención, crece en importancia y el té no escapa esa premisa. Hoy estoy con una amiga y probamos una mezcla que se llama Africana, que contiene en su preparación notas de coco, toffee y vainilla, sí, toffee en el té. Para mi amiga una delicia, para mí un poco demasiado oleoso, pero una de las grandes novedades en mi camino hasta el momento. Creo que el intento vale la pena.

Con el paladar dulce y el sol en la ventana, mi amiga y yo nos ponemos al día y la tarde transcurre plácida. A veces la felicidad está escondida en los lugares que menos pensamos.


 www.teaconnection.com.ar

domingo, 17 de junio de 2012

Santos Sabores



Quisiera tener mi propia casa de té. En ese lugar habría música de cámara, barroca, violines y clavicordios. Y no haría falta llevarse un libro ya que se leerían cuentos en voz alta; cuentos de épocas medievales, de misterios y romances. Cuentos de tierras lejanas, que propongan al que la visita, sacarlo del mundo donde se encuentra y llevarlo a otros horizontes. Los invitaría a perderse por un rato por otros cielos y con otros personajes. Sería una especie de obra de teatro pero sin escenario. Sólo música de fondo y locutores que lean la historia. ¿Juglares, tal vez? ¡Siempre me gustaron los pasatiempos de las cortes!

Me encuentro en “Santos Sabores”, un lugarcito mágico en Belgrano. Chiquito y soñado, donde predomina el color aguamarina y tienen unas arañas de caireles que fascinan. Inspiro profundo y cierro los ojos, ingreso a mi casa de té imaginaria justo en el intermedio entre un cuento y otro. Mejor; así voy preparando las ganas, mientras las hojas de té descansan perezosas en la tetera embarazada de agua caliente. La música baja en intensidad, los aromas se encienden, se escucha la voz de un hombre, un narrador. El ambiente incita a cerrar los ojos. Será él quien nos transporte, estamos listos, la tarde es nuestra, la aventura recién comienza...



domingo, 27 de mayo de 2012

Como quieres que te quiera - "MUCHO"


Hoy dedico este post muy especialmente a Jorge León, director de la publicación MUCHO (de la marca de indumentaria femenina “Como Quieres que te Quiera”). Gracias Jorge por publicar mi blog en el número del mes de Mayo de tan hermosa revista. Aprovecho para darles la bienvenida a todas las mujeres que adoran esa marca al igual que yo y que se acercaron a este espacio para leerme. Todavía no la tengo en mi mano pero apenas la tenga,  publicaré la foto y la compartiré con todos ustedes.
  
Les dejo un microrrelato que escribí para esta tarde tan inhóspita sin otro objetivo que intentar reconfortarles el alma.

Ellos querían hablar, pero ninguno daba ese primer paso. Ella, sigilosa, fue a la cocina y puso a calentar el agua. Él agarró las tazas y eligió una mezcla dulce y frutal porque sabía que era la preferida de ella. El silencio se vio interrumpido por el ruido del agua hirviendo que sonó como el viento entre los pinos. Ellos se miraron y sonrieron, el primer paso estaba dado. Se  escuchó un gong imaginario y así comenzó su tarde de amor y confesiones.










domingo, 13 de mayo de 2012

Lord Earl Grey


El té Earl Grey es tradicionalmente una mezcla de té negro aromatizado con aceite de bergamota. Suele tomarse solo o con un poco de leche. Por su sabor cítrico resulta refrescante y puede tomarse frío. Debido a la intensidad del sabor del Earl Grey original, se considera apropiado para saborear en cualquier momento del día, desde acompañando el tradicional desayuno inglés, entre horas, o por supuesto, a la hora del té. Esta popular mezcla recibe su nombre de Charles Grey, segundo Conde de Grey, Primer Ministro Británico de 1830 a 1834.
Según cuenta la leyenda, el Conde Grey recibió una mezcla aromatizada de té a la cual se volvió muy aficionado. Dicen que fue un regalo de un chino mandarín por haber salvado la vida de su hijo, pero como toda leyenda, sugiero tomarla con pinzas. Lo que sí se sabe a ciencia cierta es que, viendo que el regalo no le duraría mucho tiempo, pidió a los fabricantes de té Twinings que le preparasen una receta que tuviese un sabor similar. La mezcla fue un verdadero éxito y cuando los invitados preguntaban por ella, los dirigía directamente a Twinings donde pedían el Earl Grey Tea (té del Conde Grey). En las reuniones sociales de este Conde nunca faltaba este blend preferido por los caballeros, pero a las damas les parecía demasiado concentrado y de sabor extremadamente fuerte.
Es por eso que Twinings creó el Lady Grey que es una variación más suave y aromática del Earl Grey. Como éste, también se trata de una mezcla de té negro aromatizado con bergamota, pero en menor cantidad, y además incorpora cáscara de limón, de naranja amarga y aciano.
He probado ambos y me siento identificada con las damas de esa época, el Earl Grey puro me resulta demasiado fuerte, prefiero el Lady Grey. Me queda pendiente probar el French Earl Grey, que añade  pétalos de rosa a la mezcla tradicional y el Green Earl Grey que incluye té verde en lugar de negro. Ya les iré contando.

Una última recomendación para esta hermosa tarde de sol: no dejen de probar el London Fog (niebla de Londres) que es una combinación de Earl Grey, leche evaporada y jarabe de vainilla. Una delicia.



lunes, 7 de mayo de 2012

El Cofre



Hoy necesito abrir el cofre. El que tengo lleno de momentos mágicos, sonrisas y alegrías. Necesito abrirlo porque no me siento bien y, cuando eso sucede, me olvido de las cosas que me hacen feliz. Me desdibujo, me pierdo. Mi cofre no es una caja física, sino que está en mi cabeza, son imágenes y recuerdos que me hacen bien. No soy de retener objetos, no me apego a lo material, es más, lo material muchas veces me pesa, me incomoda. No suelo guardar fotos antiguas ni pertenencias de mis antepasados, ni siquiera las mías. Prefiero ir liviana por la vida sin tanta carga, por eso mi cofre es, digamos, virtual. La primera foto mental que guardo ahí es cuando nació mi hermano, ese fue el día más feliz de mi niñez (tal vez de toda mi vida). La segunda es cuando llegué a Inglaterra; no podía creer que después de haber estudiado literatura inglesa tantos años, estuviera en la casa de William Shakespeare. La tercera cuando me propusieron matrimonio y abrí la cajita con el anillo. La cuarta cuando, una vez divorciada, me mudé a mi primer departamento sola; la sensación de independencia y de poder que sentí en ese momento fue única. Una de mis preferidas es cuando fui a ver al cine mi primer película traducida, mi primer subtitulado, y luego de algunos años, cuando "El Señor de los Anillos" ganó el Oscar a mejor película y me contactaron de New Line Cinema para felicitarme por mi trabajo de traducción en la trilogía. Después de dos o tres años más, otra perla en mi historia fue cuando me propusieron dar la comunión en la Iglesia. Sentí que Dios me elegía para estar más cerca de Él. Y mi vida cambió.  Ya más reciente, la relación con mis alumnos que son todos adultos y se han convertido en mis amigos y compañeros de vida. Aprendemos y nos divertimos todo el tiempo y ellos hacen que me sienta realizada como persona. Por último, la creación de este blog como excusa para volver a escribir. En mi cofre todavía hay mucho lugar que espero llenar con nuevos momentos: con una pronta mudanza, con una nueva pareja, un viaje, un libro…ahhhhh, ya me siento mejor. Cierro el cofre y abro los ojos.

Hoy no hubo té, tampoco libros. Mejor los dejamos para la semana que viene.  



sábado, 28 de abril de 2012

Tarde de feria del Libro


Encontrarlo. Eso es lo que busco en esta tarde. Hallar el amor correspondido, el libro del cual me enamore a primera vista. Llevármelo a casa para estar a solas y a escondidas. Vivir nuestra propia historia alejados del mundo, disfrutar del silencio compartido.

Tal vez él se me aparezca, pienso. Y así me paseo coqueta por los stands, me dejo ver, sonrío y espero ese clic, esa sintonía. Una palabra clave en su portada, un color, un nombre que me hayan recomendado, un comienzo para nuestro romance. Y una vez  tomados de la mano, buscar juntos un sabor que nos adjetive.

Maridar libros y té; esa es la consigna de este blog. Para cada libro un sabor, para cada sabor un libro.

Si tuviera mi propia marca de té le pondría a cada variedad nombres de libros famosos: de cuentos épicos, de mitología griega, de sonetos y poesías.
Por ejemplo uno podría ser “Romeo y Julieta”, dulce y embriagador pero con notas de tragedia. Con gusto teatral, exagerado, intoxicante. Un sabor como la historia que cuenta el libro. La identificación sería tal, que aunque la persona no hubiera leído el libro, con sólo probar el té, ya sabría de qué se trata en líneas generales. ¡Qué idea pretensiosa!, sonrío.

Visito el stand de Cúspide, Kell y El Ateneo, recorro sus ofertas, sus repisas, sus mesas y de repente nos vemos; somos él y yo y todo lo demás desaparece. El flechazo es inmediato. Su portada me hechiza, él un caballero con armadura, ella una dama de largos vestidos. Me acerco sigilosa y leo: “Sir Giffar y Lady Macleod navegarán las turbulentas aguas de la pasión para rescatar la reliquia más preciada de Escocia”. ¡Qué aventura!, exclamo ahogada. ¿Buscarán el Santo Grial como el Rey Arturo? ¿Cuál será la reliquia? ¿Cómo es que deciden ir juntos? ¿Cómo se conocen?

Sólo sé tu nombre: “El rey de las tormentas” de Amanda Scott, pero ya dejaste de ser un extraño para mí. Te llevo conmigo y juntos seguimos visitando la feria con entusiasmo; esta noche nos espera un viaje a Escocia. Ya tendremos tiempo para identificar qué sabor tiene esta novela y saber si sos una pasión fugaz o un amor para toda la vida.







jueves, 19 de abril de 2012

Chez Pauline (El Encuentro)


Hay semanas de transformación, de nuevos comienzos; de dejar atrás lo que nos hace mal. Cambiamos la piel, o en mi caso, el color del pelo y le sonreímos al futuro, a la promesa de empezar de cero, renovadas y felices. Seducimos con paso firme y seguro, irradiando estrellas, atrayendo miradas. Atrás quedó el rechazo. Buenos Aires vuelve a abrirse ante mis ojos al igual que Chez Pauline, y mi yo, diferente e igual, se reencuentra después de haberse perdido en un espiral sin salida por unos días.

Cuaderno bajo el brazo y en actitud escolar, entro a Chez Pauline. Sin haber comenzado mi curso todavía, ya aprendí que hay tres tipos de té: negro, verde y blanco y que se toman durante el día en ese orden: el té negro nos despierta, se parece al café; el té verde es digestivo y astringente, ideal para después de las comidas; el té blanco es el té de la noche, el que nos ayuda a tener dulces sueños con aromas a flores y frutas. ¡Qué sugerente! Cada color de té lleva un nombre y se subdivide en varias opciones que a su vez se combinan en mezclas o blends. Será cuestión de aprender a mirar, oler, tocar. Me aguarda un exótico mundo y quiero perderme en él. ¡Qué placer tan sensual! Me doy cuenta, que aunque me interesen, poco importan sus nombres y datos; sólo hay que dejar acariciarse. Él no se impone, sugiere. Es un amante de terciopelo. Tiene sus tiempos, su ritual, su historia. ¡Tanta sabiduría lleva consigo! Y yo aquí, rendida y extasiada, dejo el anotador de lado y me derrito en su taza que es ahora nuestro mundo, caliente y oscuro, privado y secreto.

Y esto es todo lo que puedo compartir con ustedes en esta tarde, el resto me lo llevo conmigo. Volveré a Chez Pauline a estudiar, sepan disculparme, entiendan mi sorpresa…hoy llegué sola y me voy con un amante.



Grabado realizado por Lidia Yanquelevech.

sábado, 7 de abril de 2012

Chez Pauline - Recoleta - (Primer intento)


A veces las cosas no salen como planeamos. El caramelo se nos quema. La cobertura se chorrea. Ponemos toda la energía y el empeño en obtener un buen resultado pero algo sale mal. Hay encuentros que terminan no dándose. “Chez Pauline” estaba cerrado y me hizo recordar todas las veces que me vestí linda para la ocasión y me preparé con ganas de pasarla bien y que a último momento me pusieron el cartelito de ‘estamos cerrados.’

Hoy “Chez Pauline” me falló, es un sábado por la tarde y están todas las casas de té abiertas. El juego está planteado y no me queda otra que aceptar sus reglas. Con paso dubitativo intento desandar las cuadras recorridas y a pocos metros veo otra casa de té hermosa, vestida de fucsias y blancos, que desparrama juventud, colorido y modernidad; se llama “Sasha” y también está sobre la calle Juncal. “Sasha”, coqueta y provocadora, me tienta porque es la novedad, lo desconocido. Yo le sonrío y ella me guiña un ojo, pero me doy media vuelta y sigo caminando. Mi cita era con “Chez Pauline”, el propósito de mi visita era averiguar sobre los cursos de catas de té, recorrer esa casa tan tradicional, de piso damero y mesitas redondas de mármol con detalles de hierro al mejor estilo parisino. Mi objetivo era el de estudiar, aprender, degustar y conocer más sobre el té, pero lamentablemente se vio frustrado.

Vuelvo a casa a escribir, decido esperar sus tiempos; tal vez el sábado que viene sus puertas estén abiertas y se produzca el encuentro tan deseado. O tal vez siga con el cartelito de cerrado y tendré que empezar a considerar otras opciones. Las notas de un saxo enamorado llegan hasta mi ventana con “Careless Whisper” de Wham…¡qué delicia! A veces la música nos cambia el ánimo y de nuevo pensamos que todo es posible; me voy a “Punto Té”, acá cerquita, a comprarme un blend bien especiado para tomarlo en casa y contrarrestar esta tarde de destellos agridulces.

chezpauline.com.ar
www.puntote.com.ar





lunes, 2 de abril de 2012

Santé - Belgrano

'Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, los que no componen música o pintan, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana'' GRAHAM GREENE


Sentada en mi mesa preferida cierro los ojos y cuando los abro veo en blanco y negro. Veo como veía Amy Winehouse. Efecto cinematográfico causado por la música de Frank Sinatra que me recibe al entrar a Santé y que me convierte, casi de inmediato, en estrella de Hollywood. Y así, con los ojos entreabiertos, enfundada en un vestido de lentejuelas color noche, pinto de rojo la boquilla de mi cigarrillo extra largo y exhalo el humo como si fuera una experta. No sé por qué Santé me lleva a los años 50, si apenas salpica aire retro; es mayormente todo liso, como la imaginación de un escritor cansado o como un cuaderno sin rayar. Tal vez sea por eso, por su gran potencial, que me permite ir creando el guión a mi antojo. De todas formas, siento que a Santé le falta algo…

De lado quedará mi muffin de frutos rojos y mi té de frutillas. Ahora son whisky y hielo y una banda de jazz que envuelve humo y gente. Exquisito estado de ensoñación en el que me saludan Fred Astaire y Audrey Hepburn. ¿Será esa mezcla de glamour y misterio lo que también atrajo a Woody Allen? Sólo él podría acompañarme en este momento, él sabe de estos juegos más que nadie. ¡Cómo me gustaría ser un extra en su próxima película y disfrutar del brillo de la época dorada del cine!

Imagino al Sam de "Casablanca" en otra mesa, con gesto adusto y oscuro mirando hacia la orquesta de vientos sin consuelo. Cuando las imágenes ya contaron la historia, cuando las palabras ‘The End’ aparecen en la pantalla, es la música quien acompaña los títulos…Te entiendo, Sam, a Santé le falta un piano.



domingo, 25 de marzo de 2012

Gaetana - Belgrano


“Pues los olores tienen la característica de reproducir tiempos pasados nunca igualados en el presente.”
“Como Agua para Chocolate” Laura Esquivel

Marzo llega a su fin y el otoño irrumpe sin dudarlo. No me da tiempo para buscar abrigo, él ya se impuso con masculina decisión. La estación del viento y de las hojas crocantes es tal vez mi preferida. Invita a encontrarnos a puertas cerradas, con bebidas calientes, repostería y miel. El otoño renueva las ganas de la escritura, de la lectura, de acurrucarnos con el libro en nuestro sillón preferido. Momento para volver a uno después de haber estado tan afuera, tan expuestos, tan acalorados.

El otoño viste los paisajes de color sepia pero no apaga los corazones, los tranquiliza. Incita a reunirse con amigos y confesarles secretos. En lo que a mí respecta, despierta destellos de romance aunque también cierta melancolía por sueños no cumplidos. Esta es la época del año para estar mirando las praderas de Escocia, tan verdes que quitan el aliento y tal vez descubrir, a lo lejos, un castillo que esconde leyendas y pasiones. También me iría al sur de la Argentina sin dudarlo, donde hay picos nevados y chocolate en rama. Tomaría el té en cabañas de madera donde la vajilla es de porcelana con flores pintadas a mano. Y tal vez allí, al lado del hogar a leña, podría completar el libro y publicarlo…

En Gaetana huelo mi niñez. ¿Por qué será que los aromas nos traen recuerdos mucho más nítidos que una fotografía? Para mi la Navidad huele a jazmín y a canela. El chocolate derritiéndose con manteca en la olla es el olor a cumpleaños. Y cuando huelo a tostadas, es que mamá está en casa.

En Marzo el año recién empieza; todo es posible. Viajar en el tiempo recordando sabores o soñar despierta con futuros destinos. Bienvenido, otoño, novio mío. Volemos como hojas por nuestro cielo infinito.

(Texto inspirado mientras tomaba el té en Gaetana. Lugar delicioso que desborda calidez en su trato, cordialidad y una decoración divina. Sus sillones, el hogar a leña, sus tés y su repostería sintonizan maravillosamente bien con esta estación. Una joyita escondida en Belgrano. No se la pierdan.) 

www.gaetana.com.ar




Fotografías de Stephen Barnes

martes, 20 de marzo de 2012

Croque Madame (Café del Museo Nacional de Arte Decorativo) Recoleta


“Sentí que se me encogía la garganta y, a falta de palabras, me mordí la voz.”
La Sombra del Viento – Carlos Ruiz Zafón


Ruiz Zafón esconde poesía dentro de la prosa. Cada oración una perla, cada párrafo, un collar. Narra historias de suspenso, de personajes adorables, de situaciones espléndidas, pero es en la elección de sus palabras donde radica su don. Mi admiración por su escritura es completa.

En esta parte de Buenos Aires, donde uno juega a estar en París, me siento invadida por la música de Edit Piaff. Arquitectura europea, clase, buen gusto. Cuando pienso en Francia me viene a la mente la película “María Antonieta” de Sofía Coppola. Y aunque mi profesor de guión me confiese no sentirse atraído por las historias de niños ricos tristes, yo disiento. Para mí es mucho más que eso. Los que vieron la película recordarán que Sofía muestra imágenes de época y las edita con música de rock, o que entre los zapatos de la reina esconde unas zapatillas All Star. O las fiestas en Versalles de lujos desmedidos y decadentes, donde la palabra demasiado no es suficiente para describir la altura de un peinado o la cantidad de moños de un vestido.

¿Qué es lo que más disfruto de una película?, me pregunto mientras disuelvo los cristales de azúcar en mi té de canela. A veces quedo atrapada en el fondo, otras en la forma. Hay quienes dicen que todo es arte. Y hay tantos sabores como dulces en la bandeja de María Antonieta. ¿Estará en la variedad el gusto?

Mis bibliotecas desbordan libros y películas y pronto me mudo. ¿Tendré lugar para poder llevarme todo? ¿Tendré que prescindir de algunos? Los metros de mi nuevo departamento son escasos. La decisión es difícil.

Recibo un mensaje en Facebook, me recomiendan que mi próximo destino sea Chez Pauline. Ya había escuchado hablar de esa casa de té, dicen que ahí realizan degustaciones y dan cursos. Asiento con la cabeza, creo que llegó el momento de empezar a conocer un poco más sobre esta tradicional bebida y dejar de una vez en el pasado el té en saquitos.


 Fotografía de Raevin Kumar

martes, 6 de marzo de 2012

Jolie - Belgrano R

“Una vez había tenido entre sus dedos un velo tejido con hilo de seda japonés. Era como tener la nada entre los dedos.”
“Seda” de Alessandro Baricco


Abrí donde había dejado el señalador. Estaba volviendo a leer “Seda” de Alessandro Baricco, sin embargo esta vez se sentía diferente. Mi libro original había quedado en manos de un amigo que jamás me lo devolvió, ese libro tenía resaltadas mis partes preferidas. Éste es nuevo, recién nos presentamos, estamos en los primeros pasos del cortejo. Yo había dejado en el otro todo mi arrebato, mi sorpresa, mis exclamaciones.  Desprolija, había llenado los márgenes con tinta apretada y pasión apremiante. Baricco siempre será Baricco, pero en el otro ejemplar también estaba yo.  

Necesito deshacerme del señalador y una vez en confianza, cuando mi libro y yo seamos uno, poder doblar sin culpa las esquinas de las hojas.

La tarde amenaza con lluvia; al lado de mi mesa hay una parejita leyendo algo en una tablet. Me encanta la nueva tecnología (estoy escribiendo en una laptop), pero si de leer se trata, prefiero sentir el libro en la mano: su peso, su olor, sus hojas. Me gusta el libro de tapa dura, porque es como un caballero inglés que me trata de usted y que infunde respeto, pero reconozco que me acompaña mejor el otro. El de tapa blanda es el amigo incondicional que no se queja cuando se me cae en la arena, ni cuando accidentalmente lo rocía el agua. De todas formas, admito, que aunque menos adaptable, el de tapa dura arranca exclamaciones de mis invitados, su belleza es indiscutida y yo soy la primera en sucumbir a su visual encanto.

En Jolie los asientos están tapizados con géneros de cuadros de Gustav Klimt. Miro la escena de amor, de colores amarillos y mezclados. Los libros no se prestan, pienso. Pero al igual que los enamorados de Klimt, lo tomo entre mis manos, nos miramos a los ojos y lo vuelvo a abrir despacio, como pidiendo permiso. Él se deja, dócil. La lluvia estalla en la ventana y yo me sumerjo en la tinta.

“-¿Cómo es África?” 
“-Cansa.”

Y así, Baricco me da cátedra sobre cómo elegir la palabra justa, la que me haga sentir el agotamiento de viajar hasta tan lejos, las interminables expediciones, el clima hostil.

-“Cansa.”

Me quedo muda frente a tanta perfección.

Y remata con:

“-¿Cómo es el fin del mundo?”
“-Invisible.”

Dar en el blanco, anoto, y así inauguro tímidamente mi primer comentario en la hoja. Y antes de que pregunten, el té era de menta.



Fotografía de Raevin Kumar.

viernes, 24 de febrero de 2012

Budda BA - Barrio Chino

“Reinaba la intranquilidad. Ella, tímida, inclinaba la cabeza para que él se acercase. Pero a él le faltaba valor. Ella dio media vuelta y se alejó.”
In the Mood for Love (Con Ánimo de Amar) del director Wong Kar Wai.


Hoy ando en susurros, como para no despertar a nadie. Cautelosa y tranquila, como una geisha, me deslizo dentro de la casa de té de dimensiones mínimas.

No me preocupa el afuera con su velocidad y sus demandas. Adentro, las  horas se suceden lánguidas, como pintura de Dalí. Tarde de tiempos infinitos como si fueran parte de la película “Con Ánimo de Amar”. Recuerdo cómo me marcó cuando la vi, esa noche supe que mi vida no sería la misma. Esa noche me decidí a estudiar guión de cine, algo inusual para una profesora de inglés. Tres personajes cuentan la historia: él, ella y el silencio; acompañados por una música mezcla de tango y vals, que me atravesó el corazón en cámara lenta.  ¿Cómo olvidar a la Sra. Chen? Nunca vi una mujer más femenina que ella. ¿Será por la forma en que aletea los párpados como mariposa o por cómo sube y baja las escaleras con esa melancolía eterna? Enséñeme, Sra. Chen. Muéstreme cómo se ve la vida desde sus ojos. Aquí, en occidente, la mujer es tan distinta…

Levanto la tapa de la tetera y huelo; hoy la infusión es de jazmín y la mousse es de té verde. Anoche terminé de releer “Orgullo y Prejuicio” de Jane Austen, sin embargo todavía no estoy lista para despedirme de Elizabeth Bennet o del Sr. Darcy. ¿Cómo no extrañarlos si compartí cada segundo de su historia?  ¡Si me embarré en la campiña inglesa, viajé en carreta y asistí a bailes vestida de encaje sólo para estar con ellos! Si no veía la forma de apurar las horas para volver a verlos. Si casi a escondidas, viví semanas enteras con un secreto.

Nunca me gustaron las despedidas, pienso, mientras miro el fondo de la taza vacía. Sólo me queda el consuelo del reencuentro con sabor a déjà vu. Tal vez una tarde cuando el tiempo pase, nos volvamos a cruzar en la biblioteca de casa y todo empiece otra vez, como en la “Invención de Morel”, repitiendo un ciclo que promete ser perpetuo.



Fotografía de Raevin Kumar.

sábado, 11 de febrero de 2012

Villa Ocampo

Llego a Villa Ocampo con los ingredientes justos para preparar la mezcla. El escrito, suponía, tomaría forma y color con el tiempo y la temperatura adecuada. Con la fe intacta y las ganas de que resultara algo por lo menos novedoso, fui creando mi propia receta. Unas gotas de limón, un capricho de azúcar. Prueba y error hasta hallar la combinación perfecta, el equilibrio añorado, el sabor que me identificara.

Me siento en la galería y pido té. Las mesas redondas de torta y charla unen grupos de mujeres que vienen a disfrutar de la historia, de la magia, del misterio. De las mesas detrás mío me llegan palabras en inglés y francés, destejidas en hilachas casi inaudibles. Así debió ser esta casona en la época de Victoria Ocampo, casa que daba acogida a palabras de distintos idiomas, notas musicales, matices de la voz. Siento que estoy en una especie de cofre donde habitan las ideas. Mi objetivo es claro: buscar excusas para inspirarme, volver a escribir. Las casas de té siempre fueron una fascinación para mí. Son lugares donde se detiene el tiempo, donde encuentro el horno justo para cocinar palabras con gusto a tardes en buena compañía. Hacerme preguntas, descifrar enigmas. Victoria Ocampo y su amiga Virginia Wolf alentaban a las mujeres a escribir, a encontrar su voz, su esencia. Por eso empecé en la casa de Victoria, para decirle que escuché lo que dijo, para pedirle que transite a mi lado estos doce meses y me acompañe. El recorrido es incierto, como lo es la vida. Una mujer con una misión. Un año que empieza con olas de calor. Dejemos la preparación tranquila por un rato, así leva, crece y se transforma.

Fotografía de Raevin Kumar.