domingo, 17 de junio de 2012

Santos Sabores



Quisiera tener mi propia casa de té. En ese lugar habría música de cámara, barroca, violines y clavicordios. Y no haría falta llevarse un libro ya que se leerían cuentos en voz alta; cuentos de épocas medievales, de misterios y romances. Cuentos de tierras lejanas, que propongan al que la visita, sacarlo del mundo donde se encuentra y llevarlo a otros horizontes. Los invitaría a perderse por un rato por otros cielos y con otros personajes. Sería una especie de obra de teatro pero sin escenario. Sólo música de fondo y locutores que lean la historia. ¿Juglares, tal vez? ¡Siempre me gustaron los pasatiempos de las cortes!

Me encuentro en “Santos Sabores”, un lugarcito mágico en Belgrano. Chiquito y soñado, donde predomina el color aguamarina y tienen unas arañas de caireles que fascinan. Inspiro profundo y cierro los ojos, ingreso a mi casa de té imaginaria justo en el intermedio entre un cuento y otro. Mejor; así voy preparando las ganas, mientras las hojas de té descansan perezosas en la tetera embarazada de agua caliente. La música baja en intensidad, los aromas se encienden, se escucha la voz de un hombre, un narrador. El ambiente incita a cerrar los ojos. Será él quien nos transporte, estamos listos, la tarde es nuestra, la aventura recién comienza...



4 comentarios:

  1. Dice mi analista que incorporar un deseo en el discruso es el primer paso para eventualmente llegar a concretarlo..."quisiera tener mi propia casa de té" me resuena a primer paso.

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    1. Qué genial! Recién me doy cuenta de lo que escribí...jajajaj!!! :)

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