domingo, 15 de julio de 2012

La Mudanza



Cada vez que me mudo me doy cuenta que lo que más me estresa son la cantidad de decisiones que hay que tomar. La primera y más importante es encontrar el nuevo hogar, pero hay muchas otras que vamos tomando antes de mudarnos, casi sin darnos cuenta y cada una de ellas tiene su importancia, su peso. ¿Qué cosas tiramos, cuáles regalamos, cuáles ya no queremos llevar más de mudanza en mudanza? ¿Qué historias queremos olvidar? ¿Con qué muebles u objetos de nuestro pasado nos queremos quedar? ¿Y si nos arrepentimos de haber dejado de lado tal o cual florero, bandeja, mesa? Y una vez que nos quedamos con lo que nos gusta tenemos que ver si algo de eso combina entre sí o si es un caos visual. Luego, ver qué nuevas cosas necesitamos para darle toques más modernos a nuestros antiguos muebles, para evitar comprar todo de nuevo. Y ahí visitamos bazares, buscamos géneros para retapizar sillones, elegimos alguna nueva alfombra, vemos acolchados y almohadones, cortinas de baño y hasta tazas para el desayuno.

Comencé la búsqueda hace poco y sé que me va a llevar algunos meses hallar mi nuevo departamento. Si me preguntan qué busco, de qué dimensiones, en qué ubicación y con qué orientación puedo responderles muy segura de mí misma una cantidad de números y cifras, pero en verdad lo que busco es un sentimiento. El mismo que tuve las otras veces que me mudé. Es llegar a ese nuevo lugar y sentirlo mío. Sin motivo. Sin tanta lógica ni razonamiento. Por supuesto estoy limitada por un cierto monto y ubicación, pero también lo estuve otras veces y siempre hallé el lugar perfecto para mí. Sé que hay un hogar ideal para cada uno; es ese en el que no nos importa nada, lo deseamos, es ahí. Guardamos la cinta métrica y las preguntas obvias. Es ahí, es ahí y de alguna forma será nuestro.

Ese sentimiento todavía no lo volví a tener, por eso sigo buscando. Un living que sea cómodo, rústico y lo suficientemente grande para dar clases grupales de inglés, donde tengamos lugar para actuar y ver DVDs y hacer karaoke con mis alumnos. Y que los fines de semana se convierta en el lugar que agrupe amigos, música, baile y juegos. O silencio, romance y pareja. O todo junto.

Ese lugar donde pueda crear, escribir, soñar y ser. Sé que estás por alguna parte. Ya te voy a encontrar y vos también vas a ser feliz conmigo. Aunque al principio no todo combine y vayamos juntos creando nuestras propias anécdotas.

Tengo una corazonada…llegarás con la primavera…y estrenaré rosas en el florero para celebrar nuestro amor.






www.shabbychic.com

domingo, 1 de julio de 2012

De Película



He vivido escenas de película en mi vida, momentos cinematográficos únicos. Como cuando de un instante a otro diluvió en la playa y la gente salió corriendo a buscar refugio como si fueran bombas las que caían en vez de agua. No me olvido la risa que me dio cuando tomé distancia y simplemente observé la situación sin verme envuelta en la locura repentina. Qué divertido fue escuchar los gritos de alegría de los chicos contrastando con el de las madres para que corran, se abriguen y se escondan del temporal. Las sombrillas volando, las reposeras en loca carrera sin destino. Viento, agua, ruido. ¡Qué alboroto maravilloso!

O cuando fui a un cumpleaños infantil y el animador del cumpleaños y yo nos casamos en secreto con un anillo de plástico detrás de un biombo y a escondidas, con un "Feliz En Tu Día"  de fondo cantado por Gaby, Fofó y Miliki. Fuimos por dos horas marido y mujer, sentimos un amor absolutamente sublime. Por lo breve, lo platónico y por permitirnos jugar a ser niños otra vez y entender que en esa inocencia no hay segundas intenciones, sólo juego, fantasía y travesuras compartidas.

O cuando el año pasado, caminando por la calle venía pensando en vos y accidentalmente se me cayó el saquito que llevaba en la mano, y vos, justamente vos lo levantaste y me lo diste. Mi mirada que delataba incredulidad y alegría, la tuya tímida (que nunca pude descifrar lo que sentía hasta que me lo confesaste este año). El recorrer unas pocas cuadras juntos, hablando de nada, caminando a paso corto para que la calle fuera más larga. Más que una escena de película, parecía un aviso de televisión, un comercial de chocolates de esos que terminan con un beso entre los protagonistas. Beso que jamás se concretó y que me hace imaginar que tal vez, cuando vuelva a pensarte, se produzca la magia y te aparezcas como aquella vez y sellemos con un beso  nuestro fugaz encuentro.