sábado, 28 de abril de 2012

Tarde de feria del Libro


Encontrarlo. Eso es lo que busco en esta tarde. Hallar el amor correspondido, el libro del cual me enamore a primera vista. Llevármelo a casa para estar a solas y a escondidas. Vivir nuestra propia historia alejados del mundo, disfrutar del silencio compartido.

Tal vez él se me aparezca, pienso. Y así me paseo coqueta por los stands, me dejo ver, sonrío y espero ese clic, esa sintonía. Una palabra clave en su portada, un color, un nombre que me hayan recomendado, un comienzo para nuestro romance. Y una vez  tomados de la mano, buscar juntos un sabor que nos adjetive.

Maridar libros y té; esa es la consigna de este blog. Para cada libro un sabor, para cada sabor un libro.

Si tuviera mi propia marca de té le pondría a cada variedad nombres de libros famosos: de cuentos épicos, de mitología griega, de sonetos y poesías.
Por ejemplo uno podría ser “Romeo y Julieta”, dulce y embriagador pero con notas de tragedia. Con gusto teatral, exagerado, intoxicante. Un sabor como la historia que cuenta el libro. La identificación sería tal, que aunque la persona no hubiera leído el libro, con sólo probar el té, ya sabría de qué se trata en líneas generales. ¡Qué idea pretensiosa!, sonrío.

Visito el stand de Cúspide, Kell y El Ateneo, recorro sus ofertas, sus repisas, sus mesas y de repente nos vemos; somos él y yo y todo lo demás desaparece. El flechazo es inmediato. Su portada me hechiza, él un caballero con armadura, ella una dama de largos vestidos. Me acerco sigilosa y leo: “Sir Giffar y Lady Macleod navegarán las turbulentas aguas de la pasión para rescatar la reliquia más preciada de Escocia”. ¡Qué aventura!, exclamo ahogada. ¿Buscarán el Santo Grial como el Rey Arturo? ¿Cuál será la reliquia? ¿Cómo es que deciden ir juntos? ¿Cómo se conocen?

Sólo sé tu nombre: “El rey de las tormentas” de Amanda Scott, pero ya dejaste de ser un extraño para mí. Te llevo conmigo y juntos seguimos visitando la feria con entusiasmo; esta noche nos espera un viaje a Escocia. Ya tendremos tiempo para identificar qué sabor tiene esta novela y saber si sos una pasión fugaz o un amor para toda la vida.







jueves, 19 de abril de 2012

Chez Pauline (El Encuentro)


Hay semanas de transformación, de nuevos comienzos; de dejar atrás lo que nos hace mal. Cambiamos la piel, o en mi caso, el color del pelo y le sonreímos al futuro, a la promesa de empezar de cero, renovadas y felices. Seducimos con paso firme y seguro, irradiando estrellas, atrayendo miradas. Atrás quedó el rechazo. Buenos Aires vuelve a abrirse ante mis ojos al igual que Chez Pauline, y mi yo, diferente e igual, se reencuentra después de haberse perdido en un espiral sin salida por unos días.

Cuaderno bajo el brazo y en actitud escolar, entro a Chez Pauline. Sin haber comenzado mi curso todavía, ya aprendí que hay tres tipos de té: negro, verde y blanco y que se toman durante el día en ese orden: el té negro nos despierta, se parece al café; el té verde es digestivo y astringente, ideal para después de las comidas; el té blanco es el té de la noche, el que nos ayuda a tener dulces sueños con aromas a flores y frutas. ¡Qué sugerente! Cada color de té lleva un nombre y se subdivide en varias opciones que a su vez se combinan en mezclas o blends. Será cuestión de aprender a mirar, oler, tocar. Me aguarda un exótico mundo y quiero perderme en él. ¡Qué placer tan sensual! Me doy cuenta, que aunque me interesen, poco importan sus nombres y datos; sólo hay que dejar acariciarse. Él no se impone, sugiere. Es un amante de terciopelo. Tiene sus tiempos, su ritual, su historia. ¡Tanta sabiduría lleva consigo! Y yo aquí, rendida y extasiada, dejo el anotador de lado y me derrito en su taza que es ahora nuestro mundo, caliente y oscuro, privado y secreto.

Y esto es todo lo que puedo compartir con ustedes en esta tarde, el resto me lo llevo conmigo. Volveré a Chez Pauline a estudiar, sepan disculparme, entiendan mi sorpresa…hoy llegué sola y me voy con un amante.



Grabado realizado por Lidia Yanquelevech.

sábado, 7 de abril de 2012

Chez Pauline - Recoleta - (Primer intento)


A veces las cosas no salen como planeamos. El caramelo se nos quema. La cobertura se chorrea. Ponemos toda la energía y el empeño en obtener un buen resultado pero algo sale mal. Hay encuentros que terminan no dándose. “Chez Pauline” estaba cerrado y me hizo recordar todas las veces que me vestí linda para la ocasión y me preparé con ganas de pasarla bien y que a último momento me pusieron el cartelito de ‘estamos cerrados.’

Hoy “Chez Pauline” me falló, es un sábado por la tarde y están todas las casas de té abiertas. El juego está planteado y no me queda otra que aceptar sus reglas. Con paso dubitativo intento desandar las cuadras recorridas y a pocos metros veo otra casa de té hermosa, vestida de fucsias y blancos, que desparrama juventud, colorido y modernidad; se llama “Sasha” y también está sobre la calle Juncal. “Sasha”, coqueta y provocadora, me tienta porque es la novedad, lo desconocido. Yo le sonrío y ella me guiña un ojo, pero me doy media vuelta y sigo caminando. Mi cita era con “Chez Pauline”, el propósito de mi visita era averiguar sobre los cursos de catas de té, recorrer esa casa tan tradicional, de piso damero y mesitas redondas de mármol con detalles de hierro al mejor estilo parisino. Mi objetivo era el de estudiar, aprender, degustar y conocer más sobre el té, pero lamentablemente se vio frustrado.

Vuelvo a casa a escribir, decido esperar sus tiempos; tal vez el sábado que viene sus puertas estén abiertas y se produzca el encuentro tan deseado. O tal vez siga con el cartelito de cerrado y tendré que empezar a considerar otras opciones. Las notas de un saxo enamorado llegan hasta mi ventana con “Careless Whisper” de Wham…¡qué delicia! A veces la música nos cambia el ánimo y de nuevo pensamos que todo es posible; me voy a “Punto Té”, acá cerquita, a comprarme un blend bien especiado para tomarlo en casa y contrarrestar esta tarde de destellos agridulces.

chezpauline.com.ar
www.puntote.com.ar





lunes, 2 de abril de 2012

Santé - Belgrano

'Escribir es una forma de terapia. A veces me pregunto cómo se las arreglan los que no escriben, los que no componen música o pintan, para escapar de la locura, de la melancolía, del terror pánico inherente a la condición humana'' GRAHAM GREENE


Sentada en mi mesa preferida cierro los ojos y cuando los abro veo en blanco y negro. Veo como veía Amy Winehouse. Efecto cinematográfico causado por la música de Frank Sinatra que me recibe al entrar a Santé y que me convierte, casi de inmediato, en estrella de Hollywood. Y así, con los ojos entreabiertos, enfundada en un vestido de lentejuelas color noche, pinto de rojo la boquilla de mi cigarrillo extra largo y exhalo el humo como si fuera una experta. No sé por qué Santé me lleva a los años 50, si apenas salpica aire retro; es mayormente todo liso, como la imaginación de un escritor cansado o como un cuaderno sin rayar. Tal vez sea por eso, por su gran potencial, que me permite ir creando el guión a mi antojo. De todas formas, siento que a Santé le falta algo…

De lado quedará mi muffin de frutos rojos y mi té de frutillas. Ahora son whisky y hielo y una banda de jazz que envuelve humo y gente. Exquisito estado de ensoñación en el que me saludan Fred Astaire y Audrey Hepburn. ¿Será esa mezcla de glamour y misterio lo que también atrajo a Woody Allen? Sólo él podría acompañarme en este momento, él sabe de estos juegos más que nadie. ¡Cómo me gustaría ser un extra en su próxima película y disfrutar del brillo de la época dorada del cine!

Imagino al Sam de "Casablanca" en otra mesa, con gesto adusto y oscuro mirando hacia la orquesta de vientos sin consuelo. Cuando las imágenes ya contaron la historia, cuando las palabras ‘The End’ aparecen en la pantalla, es la música quien acompaña los títulos…Te entiendo, Sam, a Santé le falta un piano.