miércoles, 20 de junio de 2012

Tea Connection



A pesar de que Tea Connection es una franquicia y por principios no quería hablar sobre cadenas del estilo de Starbucks sino más bien poner la atención en sitios no tan masivos; sucede que vuelvo a Tea Connection una y otra vez.  Si bien no es una casa de té propiamente dicha, el lugar es divino, la comida muy rica y los tés tan originales que decido liberarme de los prejuicios y lanzarme a la escritura sin paracaídas.

Tea Connection prepara sus propios blends que por cierto son únicos y venden las latas por si uno se los quiere llevar a casa.

Cuando llega el té a la mesa viene con un reloj de arena y la camarera nos sugiere la cantidad de vueltas que debemos darle al reloj antes de servírnoslo. Por lo general son entre una y dos vueltas. Uno no suele darse esos tiempos de espera habitualmente. Un minuto en el reloj de arena corre lento cuando lo miramos fijo. Pero lo divertido es que de repente toda nuestra atención pasa a estar fija en el reloj. La charla se detiene. El té se está creando.

A lo que se le presta atención, crece en importancia y el té no escapa esa premisa. Hoy estoy con una amiga y probamos una mezcla que se llama Africana, que contiene en su preparación notas de coco, toffee y vainilla, sí, toffee en el té. Para mi amiga una delicia, para mí un poco demasiado oleoso, pero una de las grandes novedades en mi camino hasta el momento. Creo que el intento vale la pena.

Con el paladar dulce y el sol en la ventana, mi amiga y yo nos ponemos al día y la tarde transcurre plácida. A veces la felicidad está escondida en los lugares que menos pensamos.


 www.teaconnection.com.ar

domingo, 17 de junio de 2012

Santos Sabores



Quisiera tener mi propia casa de té. En ese lugar habría música de cámara, barroca, violines y clavicordios. Y no haría falta llevarse un libro ya que se leerían cuentos en voz alta; cuentos de épocas medievales, de misterios y romances. Cuentos de tierras lejanas, que propongan al que la visita, sacarlo del mundo donde se encuentra y llevarlo a otros horizontes. Los invitaría a perderse por un rato por otros cielos y con otros personajes. Sería una especie de obra de teatro pero sin escenario. Sólo música de fondo y locutores que lean la historia. ¿Juglares, tal vez? ¡Siempre me gustaron los pasatiempos de las cortes!

Me encuentro en “Santos Sabores”, un lugarcito mágico en Belgrano. Chiquito y soñado, donde predomina el color aguamarina y tienen unas arañas de caireles que fascinan. Inspiro profundo y cierro los ojos, ingreso a mi casa de té imaginaria justo en el intermedio entre un cuento y otro. Mejor; así voy preparando las ganas, mientras las hojas de té descansan perezosas en la tetera embarazada de agua caliente. La música baja en intensidad, los aromas se encienden, se escucha la voz de un hombre, un narrador. El ambiente incita a cerrar los ojos. Será él quien nos transporte, estamos listos, la tarde es nuestra, la aventura recién comienza...