Amo
los colores de Bonjour Paris: turquesa, blanco y oro; lujosa combinación que logra
darle el toque de realeza francesa a esta casa de té situada en Recoleta. La
flor de lis como protagonista y la toile de jouy (típico género francés) completan la fantasía
¿un poco redundante? No, ¡me encanta! Me atienden como una reina y eso es justo
lo que quería, un día para mí, para mirar la gente pasar, comer con los ojos
las delicias que alardean en las otras mesas, saltar con la mirada como ávida
langosta: rojel, scons, cookies, budines, macarrons (alfajorcitos franceses con
glaseado arriba, muy María Antonieta). Sé que debería probar al menos uno pero
tengo antojo de lemon pie y eso es lo que pido.
En
mi interior hay ebullición donde debería haber paz, la contradicción aumenta
cuando pienso en nosotros. ¿Te suelto la mano, te dejo ir? Con cada bocado de
la torta - deliciosa por cierto - voy cambiando de opinión. Hoy me pedí un té
inglés, no quiero que otros sabores se mezclen con el del limón, quiero sentir
ese gusto cítrico mezclado con el dulzor del merengue italiano. Y que el té
acompañe en silencio, desde el fondo, sumiso, adaptable, un extra en el reparto.
“Quisiera
verte siempre o no verte nunca más.” Leo esa frase en la revista que tengo en
la mano y me suena a ultimátum, a blanco o negro, a decisión. Hay momentos en
que hay que decidir, ¿pero qué pasa cuando ambos somos los indecisos? Todo
está confuso, no puedo pensar con coherencia, de a ratos quiero verte. ¿Una vez
más y listo? ¿Dos? ¿Siempre? No lo sé, tal vez sea el momento para dejar fluir,
para no pensar, el momento del “vamos viendo”. Pero es que cuando nos vemos la conexión es innegable, nos sentimos tan cercanos, nos entendemos tan bien, compartimos tantos gustos en común. Tenemos la misma sensibilidad, sucumbimos ante los mismos detalles que vos bautizaste como "cositas."
Suena
mi celular. Es otra mano que quiere tomar la mía. Pero a mí no me gusta mezclar
historias. Necesito cerrar una para poder empezar otra. Como me pasa con los
libros. Leo de a uno. Tengo amigas que tienen dos o tres libros en la mesa de
luz y van leyendo las tres historias a la vez. ¿Será esa la manera? ¿Estará él
leyendo varios libros junto con el mío? Me asaltan las dudas, me devoran y toman
la decisión por mí. Atiendo el celular.