viernes, 27 de septiembre de 2013

Villa Ocampo - Volver al comienzo

Llego a Villa Ocampo con los ingredientes justos para preparar la mezcla. El escrito, suponía, tomaría forma y color con el tiempo y la temperatura adecuada. Con la fe intacta y las ganas de que resultara algo por lo menos novedoso, fui creando mi propia receta. Unas gotas de limón, un capricho de azúcar. Prueba y error hasta hallar la combinación perfecta, el equilibrio añorado, el sabor que me identificara.

Me siento en la galería y pido té. Las mesas redondas de torta y charla unen grupos de mujeres que vienen a disfrutar de la historia, de la magia, del misterio. De las mesas detrás mío me llegan palabras en inglés y francés, destejidas en hilachas casi inaudibles. Así debió ser esta casona en la época de Victoria Ocampo, casa que daba acogida a palabras de distintos idiomas, notas musicales, matices de la voz. Siento que estoy en una especie de cofre donde habitan las ideas. Mi objetivo es claro: buscar excusas para inspirarme, volver a escribir. Las casas de té siempre fueron una fascinación para mí. Son lugares donde se detiene el tiempo, donde encuentro el horno justo para cocinar palabras con gusto a tardes en buena compañía. Hacerme preguntas, descifrar enigmas. Victoria Ocampo y su amiga Virginia Wolf alentaban a las mujeres a escribir, a encontrar su voz, su esencia. Por eso empecé en la casa de Victoria, para decirle que escuché lo que dijo, para pedirle que transite a mi lado estos doce meses y me acompañe. El recorrido es incierto, como lo es la vida. Una mujer con una misión. Un año que empieza con olas de calor. Dejemos la preparación tranquila por un rato, así leva, crece y se transforma.


Fotografía de Raevin Kumar

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